I
Un
sol radiante empieza a dominar el firmamento desde la cima de la montaña,
esperábamos con alegría todas las mañanas, para recibir nuestra dosis de calor,
de vida del sol que todos los días veíamos nacer y morir. Solo era comparable
con esto, el escuchar las palabras de nuestro comandante, quien bien temprano,
igual que el sol, se levantaba para irradiar esperanza, energía, vida. Éramos
como plantas, como la palma, como esas hiervas que por las noches se
entristecen, se melancolizan y cuentan las horas, los minutos, hasta que un
rayo de luz toca sus hojas e inicia con fuerza su labor fotosíntesis, su labor
de vida.
Entiendo
todo esto, porque nuestro comandante se ha tomado la tarea de ponernos al día
con las noticias que vengan de la capital o de ser posible las que venían de Cúcuta
o de algún lado, pero además de hablarnos de todo, de política, economía, de
botánica y de zoo… no recuerdo muy bien esa palabra, es sobre animales.
-nos
vamos a reunir ahorita- comento el mulato Andrés a todos los que estábamos en
la choza
-será
en el merecure de San Antonio- con voz dominante por la costumbre de dar
ordenes en la casa del quien era su patrón, su madre una negra de buen parecer,
bueno así dicen algunos que la conocían cuando joven, y su padre el hijo del
dueño de la casa de blanca estirpe, lo nombran capataz por razones afectivas
pero lo hacia bien, no se olvidaba de su color sin tener necesidad de ver su
reflejo en el agua. Me imagino que esa conciencia fue quien lo llevo a unirse a
la causa patriótica de nuestro General.
Por
estos llanos abundan muchas leyendas y los dueños y trabajadores de la choza
decían que en ese merecure amaneció horcado Antonio, un mozo con vocación y
quienes le rezan en el árbol les concede lo que pidan pidiendo. Corrimos hasta
el árbol porque sabíamos que el comandante ya estaba allí, siempre era el
primero en llegar, seguro que era la fuerza de la fé que nos hacia ver a San Antonio
en su rostro.
Allí
estaba, arrecostado al árbol con rostro pensativo como meditando en algo
sublime que San Antonio le hubiese dicho. Todos alrededor de él se acumulaban
para verlo y oírlo. Eran tiempos difíciles.
II
Recuerdo
como mi mamaíta me dijo una tarde de verano.
-mijo,
yo sé que es una buena razón pero si te pasa algo, que me hago?
-tranquila
má, que usted misma me presento al General, porque sabia que la única manera de
que esto mejore es que seamos libres. Con mi General en el poder, los traidores
y ladrones, no volverán más pá estas tierras y por fin lo que sembremos será
nuestro.
El
rostro de mi mamaíta era confuso, en medio de su cara negra y temple, asustada,
como cuando a la india Arawuaca traída por su amo a estas tierras, se le incorporaban
espantos. Mamaíta miraba a lo lejos como queriendo decirme que no me fuera con
el General y sus hombres, pero su amor a esas tierras, a esos llanos, le
nublaban sus ojos. Se peleaban en ella estos dos sentimientos. Hasta que me
puso de rodilla y me echó su bendición.
Yo
era un hombre bendito, tenia la bendición de una mujer que por nacer negra le
toco servir a otros hombres, pero aprendió también a servir a grandes causas,
pero con el verdadero servicio que surge del amor.
Había
mucha brisa, húmeda, pegajosa, pero nos hacia llegar los muchos olores del
llano, y también servía para espantar los polvorines que levantan las batallas
libertadoras. Todos estaban muy atentos a las instrucciones dadas por el
comandante. Sentíamos como cada una de las palabras nos llenaban de fuerza, ya
que las tareas que se nos presentaban no eran nada fáciles. Los comentarios que
corrían de boca en boca producían un desanimo en nosotros, era una superioridad
numérica enorme, un ejercito mucho mas preparado. Pero el General Bolívar
siempre nos reunía para explicarnos su percepción del proceso, y daba
instrucciones para el ataque.
Nos
encantaba escuchar de su propia boca sus análisis de por que y como fue que se
perdió el poder el año pasado, y su visita en busca de apoyo a la causa
libertadora al pueblo de Haití. Hace dos o tres años contaba, la causa
independentista, con mucho apoyo, pero este año trabajaba como si tuviese que
empezar de cero. Yo me uní a la causa cuando, después de ganar en Cúcuta entra
a Venezuela y desde allí lo he seguido a través de muchas dificultades.
III
-están
comentando por la capital, que la culpa del terremoto fue la ira de Dios por
atacar la autoridad de su iglesia- comento uno de los mas jóvenes y nuevos en
nuestras filas.
-muchos
de mi familia me dijeron que cada vez que iban a la iglesia los padres tocaban
el tema. Hubo en algunos un silencio fantasmal, mientras otros que conocían estos
sentimientos, que terminan por tumbar cualquier animo, enseguida soltaron
fuertes sonrisas burlonas, para minimizar el impacto de estos comentarios.
-por favor, cállense! -Dijo josefina-
el general va a dictar las estrategias que vamos a utilizar para atacar Araure-
su rostro le brillaba por el orgullo que sentía de pelear al lado del hombre
mas popular en el país, Simón Bolívar. El grupo le hicieron gestos de que si
estaban atentos a las instrucciones.
-yo creo que con esos 3000
combatientes si lograremos derrotar a los ejércitos de Ceballos- exprese con
sentimientos de consuelo, luego de llenarme el pecho de tristeza y rabia por la
derrota en Barquisimeto.
-ahora si nos ganaremos un
nombre y una bandera en el ejercito republicano! Expreso alguien que no logre
ver quien era, pero que sus palabras lograron dar el animo suficiente para
arrancarles aplausos a todos los asistentes.
Las palabras de los
participantes se acaloraban cada vez más. Bolívar acentuaba cada vez más sus
palabras, no solo era para que nos quedara grabado en nuestras mentes sino
también para despertar el patriotismo un poco más. Aunque yo confieso eran
palabras con muchas molestias, con una gran ira de recordar a un hombre que
pudo arrancarle la victoria y posicionarse en Barquisimeto, pero no lo pudo
hacer por descuidos de las tropas.
Era ya casi el mediodía y
muchas cosas habían sucedido, bueno eso nos parecía. Aunque sabíamos que no
ocurrió cosa alguna, pero era tanta nuestra emoción, nuestro odio a los
ejércitos realistas, al esclavizador gobierno Español, que eso producía en
nosotros una energía tan grande que aun el rostro del General brillaba tanto
como cuando Moisés trajo los diez mandamientos.
Teníamos la suficiente
claridad estratégica y moral que cada paso que dábamos sentíamos que nos acercaba
más y más a la victoria que tanto anhelábamos. Todos estábamos en pie, nos
movíamos de un lado a otro, ya que un punto fijo de ese lugar nos era pequeño,
por la descarga de pasión.
No teníamos problemas en
entender al General. Tenía una manera de decirnos las cosas en la que todos
podíamos entenderlo. Muchos conversaban sobre eso, ya que la gran mayoría de
nosotros no sabíamos leer ni escribir, y era impresionante como utilizaba las
palabras ya que no nos cansaba.
Se escuchaban el sonar de
los machetes chocar el uno con el otro. Se había logrado producir un
crecimiento del ánimo de los valientes patriotas que se proponían marchar hacia
San Carlos y colocarse más cerca del enemigo, como se acerca muy calladamente
el tigre para devorar a su presa. No la pierde de vista. Sigue cada uno de sus
movimientos y avanza paso a paso en la espera de dar el gran salto, ese salto
que determina la muerte de la presa y la posibilidad de ese momento poder
comer.
Esta metáfora, o algo
parecido, fue la utilizada por el General para mostrarnos cada paso que
utilizaremos para derrotar al ejército de José Ceballos e irnos posicionando
poco a poco de los llanos, que se encontraban en manos del ejército realista.
El General con voz en alto, sus palabras se
expandían por el aire, recorrían a través del rio, tierras abajo, que
cualquiera que bebiera o se bañara en ellas saldría invadido de una fuerza
descomunal. Entre las bullas de las armas y los gritos de hombres y mujeres
excitados por una magia patriótica mucho mayor que el encanto de cualquier
maleficio, se escuchaban los gritos de amores de nuestros General.
-¡Que viva la Patria!-
decía el General Bolívar.
-¡marchemos a San Carlos!
¡Marchemos hacia las tierras de Araure! ¡Démosle fin a la tiranía de Ceballos!
¡Démosle fin a la Tiranía!